Tercero


Dignidad
¿Sientes que no te dan el lugar que mereces?
¿Sabes darles su lugar a los demás?

Ignacia, la acordeonista.

Cuando su abuelo falleció la pequeña Ignacia les pidió a sus tíos conservar el viejo acordeón del anciano. “¡Quédatelo! –respondieron. De nada sirve.”
Ignacia tenía otra opinión. Había pasado muchas tardes escuchando a su abuelo tocar las melodías más dulces en es instrumento negro, con incrustaciones de nácar. Él mismo le había enseñado a interpretar piezas sencillas. En cuanto se lo llevó a casa, comenzó a ensayar todos los días. Sus hermanos se impacientaban y le decían: “¡Anda con tu música a otra parte! Sería mejor tirar esa cosa”. aba que su acordeón era el mejor Instrumento y que ella llegaría a ser la mejor intérprete. En una ocasión acudió a una escuela de música. El policía de la entrada le dijo: “¡Ay niña, eso es de otra época! Aquí sólo enseñamos cosas importantes”.

Ignacia estaba convencida del valor de su instrumento y de su propio talento. Siguió ensayando y buscó un público que apreciara su arte. Cuando ya era mayor hizo la prueba en el camión Florida-Jamaica, un destartalado autobús que circulaba en la Ciudad de México. “¡Qué barbaridad! dijo su tía. Ese camión es una ruina para gente de lo peor.” “Tú los ves –Contestó Ignacia-, pero para mí son personas sensibles que van a escucharme”.

La primera vez que tocó, los pasajeros le brindaron un gran aplauso. Así ocurrió la segunda y la tercera. Algunos se subían al camión sólo para escucharla y su fama corría a toda velocidad. El poderoso dueño dl teatro El Cometa decidió ir a conocerla. Se sorprendió al ver la emoción del público y el instrumento: ¡el acordeón era una valiosa pieza de museo! Decidió contratarla y así empezó su carrera por el mundo. Cuando volvía a México, ofrecía un concierto en el Florida- Jamaica. “¿Por qué lo sigue haciendo?” – le preguntó un periodista. “Porque asía como yo reconocí el valor de los pasajeros como público y el del Florida-Jamaica como el mejor de los camiones, ellos fueron los primeros en reconocerme como artista y en resucitar el acordeón del abuelo”, respondió.


Reflexiona:
¿Por qué los hermanos de Ignacia no le daban valor al acordeón?
¿Por qué el policía de la escuela no lo consideraba un instrumento serio?
¿Por qué su tía discriminaba a los pasajeros del autobús?
¿Cuál fue la razón de Ignacia para seguir ensayando?

La honestidad.
Instrucciones: Lee el siguiente texto y luego contesta algunas preguntas.

La nodriza.
            Julio Díaz y Amparo Cota se enamoraron en el México de siglo XIX. Él consiguió un trabajo que le permitió comprar lo necesario para armar un hogar y le propuso matrimonio. A los tres años de casados tuvieron un pequeño sano y hermoso, a quien llamaron Carlitos. Sus padres sólo pensaban en él y el niño se desarrollaba sin problemas. Sin embargo, a los cuatro meses empezó a desmejorar, lucía pálido y ojeroso. El doctor concluyó que la causa del malestar estaba en la leche materna, que no bastaba para nutrirlo.
            Quisieron darle leche de vaca, pero la escupía. ¡Los padres ya no sabían que hacer! Una tarde, mientras miraba por la ventana, Amparo vio a una mujer con cuatro niños medio desarreglados, pero muy sanos. Le preguntó si quería trabajar como nodriza de Carlitos; es decir, darle pecho. Cuando Gabina lo amamantó por primera vez, Carlitos succionó con apetito; muy pronto recuperó su peso y color.
            Gabina se dio cuenta de cuánto la necesitaban en esa casa y aprovechó la situación en su beneficio. Pidió a cambio un elevado sueldo mensual, tres vestidos, dos pares de zapatos y mucha ropa para sus hijos. Con esfuerzo, Julio y Amparo le dieron todo eso. Sin embargo, las exigencias de Gabina iban en aumento: antojos a toda hora, alhajas, rebozos y hasta vestidos de gala para ir a las fiestas. Un día Amparo supo que en el rancho de Gabina había ocurrido una grave inundación y que se necesitaba dinero para ayudar a las víctimas. Cuando se lo informó, Gabina derramó algunas lágrimas y dijo: “¡Qué coraje! Voy a tener que gastar parte de mi sueldo”. Esa misma tarde Amparo y Julio determinaron enseñar a Carlitos a comer solo y despidieron a Gabina. Les dio miedo que el pequeño heredara la conducta aprovechada y el corazón de piedra de la nodriza.

Adaptación del relato homónimo de Victoriano Salado Álvarez.

Reflexión.
¿Consideras que Gabina se comportaba de una manera justa?
¿Crees que aparte de su sueldo debía pedir tantas cosas?
¿Por qué abusaba de la familia que le dio trabajo?
¿Qué opinas de su reacción al conocer las noticias de su rancho?

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